sábado, 28 de mayo de 2011

Despierta

Bueno, parece que están decididos a mostrarnos hasta que punto nos consideran idiotas. Suerte que al parecer no lo somos tanto como creían...

domingo, 15 de mayo de 2011

Prefacio

Vamos. Respira. Es tu momento de tomarte las cosas con calma.

sábado, 14 de mayo de 2011

Sombras de la felicidad

Intentas conciliar el sueño. Una vuelta. Otra. Suspiras flojito. Contienes la respiración y escuchas. A tu lado respira él de forma seguida, puede que incluso profunda. Esperas con fuerza que duerma, pero no acabas de estar segura, por lo que permaneces inmóvil unos instantes. Después, no puedes evitar cambiar de posición. Procuras quedarte ya así, pero tu mente continúa mortificando tu cuerpo y vuelves a girar sobre ti misma.
Acabas por admitirte que no entiendes lo que sientes. Pruebas a analizarlo. No sientes haber hecho nada incorrecto, por lo que queda descartada la culpabilidad. Tampoco sientes rabia, ni odio, ni ira… Ni siquiera estás enfadada. Tal vez la sensación se acerca más a la tristeza… una profunda tristeza que inunda tus ojos y enturbia tu mente. O tal vez el miedo, que te acongoja en lo más intimo de ti misma. Puede que la angustia sea la suma de estas dos sensaciones.

Pero, ¿Cuál es exactamente el origen de esta angustia?

Apareció tu angustia con su enfado. A lo largo de tu vida, has defraudado a gente, has hecho sufrir, y has visto sufrir, pero nunca antes te habías sentido así. Tampoco nunca habías amado así. Eso te da miedo. Pánico, en realidad. Sabes que por él podrías hacer todo aquello que jamás te permitiste por nadie. Todo lo que te prometiste que nunca harías por nadie. Empezando por romper una amistad.

De pronto recuerdas que necesitas dormir y lo intentas de nuevo. Él se agita en sueños y se acerca a ti inconscientemente. Necesitas desesperadamente un abrazo suyo, pero temes tocarle. No quieres despertarle. No soportarías que se apartase de ti. De estar en tu casa saldrías a respirar, y a dejar que la soledad de tus pasos acunase tu espíritu inquieto hasta el agotamiento. Aquí no puedes más que ahogarte. Al final, sales de la cama y te deslizas hasta el suelo. Siempre nos han hablado de dejar la mente en blanco, pero nunca nadie habló de dejar los corazones vacíos. Tienes frío y vuelves a la cama. Aún no habías terminado de dormirte cuando la alarma sonó. Vamos, sonríe al mundo mientras llora tu alma...